¿CÓMO CONFIAR EN UN LIBRO TAN ANTIGUO?

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PARTE 2.

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LA PRUEBA DE LA EVIDENCIA INTERNA

31 de agosto de 1997, se anuncia el accidente de una dama de la realeza. Una mujer joven que con su buen corazón conquistó al mundo, se ido repentinamente. Ya son más de dos décadas de la muerte de la princesa Diana Spencer. Hasta hoy se ha escrito y especulado mucho sobre las razones de su muerte. El libro más reciente sobre ella se llama “Diana Réquiem por una mentira” escrito por la periodista española Concha Calleja. En sus páginas se pone en entredicho la versión oficial de su muerte, la cual afirma que la princesa perdió la vida en un accidente automovilístico durante una persecución de los paparazzi. Basada en ciertas inconsistencias que encontró en la investigación del accidente, la autora plantea la posibilidad de que Lady fue asesinada, pues; afirma; se había convertido en un personaje incómodo para muchos intereses. De acuerdo con Calleja todo este plan pudo haber estado orquestado por los servicios de inteligencia británico y franceses, e incluso sostiene que Henry Paul, el chofer que manejaba el Mercedes el día del accidente, podría ser un agente británico del M16. — La periodista también cuestiona el hecho de que se haya incinerado el cuerpo sin haberle realizado la autopsia correspondiente, y sostiene que el féretro que desfiló en su funeral estaba vacío, pues días anteriores a este sus restos fueron cremados y depositados en la cripta de los Spencer en la iglesia de Santa María. — Otra de las noticias recientes sobre la princesa de Gales tiene que ver con el anuncio sobre la puesta en escena de Diana un musical basado en su vida, que podría estrenarse en Broadway. El musical pretende centrarse en el matrimonio real entre Diana y Charles, que como la mayoría sabe, no era una unión de dos, por lo que se espera cuente con las caracterizaciones de la reina Isabel II y Camilla Parker Bowles.

Historias cómo estás tienen sus diferentes versiones sobre los “verdaderos hechos”. Recordemos la historia de la muerte de Marilyn Monroe o el asesinato de John f Kennedy. Una y otra vez se escriben a raudales libros que nos presentan como la “posible verdad” de los hechos. Estas muertes, ¿Fueron planeadas, orquestadas por la mafia, el gobierno, enemigos personales?… ¿O simplemente fueron accidentales?, ¿Qué es lo que hace que estás historias se vuelvan tan vulnerables a la opinión general?, ¿Son las evidencias insuficientes para establecer un veredicto final irrefutable? Si se tuviese las evidencias necesarias para demostrar la versión oficial, la discusión de inmediato se daría por terminada, no habría más espacios para las teorías conspiranóicas.

En el artículo anterior hablamos del cuestionamiento de la Biblia, ¿Como un libro tan antiguo, podría ser confiable? Para muchos lo arcaico lo vuelve extremadamente dudoso. ¿Cómo podrían ser confiables sus historias? Aceptémoslo, ya son dos mil años, ¿Quién puede estar realmente seguro de que existió un personaje llamado Jesús de Nazaret que curaba a las personas milagrosamente, caminaba por el agua, multiplicaba peces y panes y resucitó? ¿No son demasiado fantásticas estas leyendas para ser ciertas? NI siquiera podemos estar seguros de los hechos que rodean la muerte de la princesa Diana, Marilyn Monroe y el presidente Kennedy, hay tantas versiones de los hechos.

Sobre estas dudas hay dos cosas que decir. La primera es el hecho de que una historia documentada sea demasiada antigua, no le afecta. Las historias no caducan como los alimentos o medicamentos. Piensen, si caducara, entonces deberíamos de preocuparnos por la cantidad inmensa de documentos antiguos que hasta el día de hoy se utilizan pedagógicamente en nuestras universidades. Los paleógrafos nos lo pueden decir, que la confiabilidad y veracidad del contenido de un documento no se ve afectado por los años que han pasado, ya que un documento es igual de confiable en el año 2022 que en el año 2000 antes de Cristo, siempre y cuando su contenido sea verdadero y congruente con la realidad. Por esa razón en este artículo, hemos decidido poner en tela de juicio la Biblia no como Palabra de Dios sino como documento histórico. Y lo segundo, no es la antigüedad del documento lo que nos debe de preocupar, sino las evidencias para corroborar la historia que se cuenta. Son las evidencias las que nos dirán si la fantasía, la mentira, o el mito es quien dirigió la pluma del escritor.

En el artículo anterior hablamos de qué la confiabilidad histórica de la sagrada Escritura puede ser sometida a prueba con el mismo criterio con el cual han sido probados todos los documentos históricos. Chauncey Sanders hace una lista de tres principios básicos de la historiografía y los explica. Estos son, la prueba bibliográfica, la cual vivimos en el artículo anterior, en segundo lugar; la prueba de la evidencia interna y en tercer lugar la prueba de la evidencia externa. Hoy hablaremos del segundo principio básico, la prueba de la evidencia interna.

Fue dicho por el filósofo griego Aristóteles que, el beneficio de la duda debe de concedérsele al documento mismo, y el crítico no debe adjudicarse ese privilegio para sí. Esto es una regla vigente que utilizan los críticos literarios. Uno debe de llegar de manera imparcial ante los documentos de la Biblia, sin el dedo acusador o menoscabando el contenido sin leerlo y analizarlo. Uno debe de escuchar los clamores del documento que está siendo analizado y no suponerle fraude o error a menos que el autor se descalifique así mismo por contradicciones o por reconocidas imprecisiones en cuanto a los hechos. Si un periodista del año 1960 hizo una investigación sobre los avances de la medicina molecular, y hoy al leer su artículo encontramos datos fraudulentos o contradicciones internas en su artículo, e imprecisiones en cuanto a nombres de los investigadores y fechas que no coinciden, entonces hay razón por la cual dudar en la veracidad del documento.

Por tanto, ante la Biblia como cualquier otro documento, hay que acercarnos como dice Horn… “Piensen por un momento acerca de lo que necesita demostrarse respecto de una “dificultad”, con el fin de transferirla a la categoría de un argumento válido contra la doctrina. Ciertamente se requiere mucho más que la mera apariencia de la contradicción. Primero debemos asegurarnos de que hemos entendido el pasaje correctamente, el sentido en el cual usa las palabras o los números. Segundo, que poseemos todo el conocimiento existente acerca de este asunto. Tercero, que ya no es posible que se arroje más luz sobre él, por el avance del conocimiento y la investigación textual de la arqueología, etc.

Los críticos de la Biblia deben de saber que las dificultades que se nos presenten en el análisis del contenido del documento, no constituyen objeciones, los problemas sin resolver no necesariamente son errores. Esto no es empequeñecer la zona de dificultad, es verla en perspectiva. Las dificultades nos retienen y los problemas nos hacen buscar mayor claridad, pero hasta el momento en que tengamos claridad total y final sobre cualquier asunto, no estamos en condiciones de declarar “Aquí hay un error comprobado, una objeción incuestionable a una Biblia infalible”. Es ampliamente sabido que innumerables objeciones han sido plenamente resueltas desde que comenzó este siglo.

Entendido esto, expliquemos qué es la evidencia interna. La prueba bibliográfica que estudiamos en el artículo anterior solo determina que el texto que tenemos ahora, es el que se escribió en el principio. Todavía tenemos que determinar si el registro oficial es original, es creíble, y no solo eso, sino también hasta qué punto es creíble. Esa es la tarea de la crítica interna que es la segunda prueba de historicidad citada por Chauncey Sanders. El apologista John W. Montgomery dice que uno debe de estar atento a los alegatos del documento bajo análisis, y no dar por sentado el fraude y el error a menos que el autor se descalifique asimismo, mediante contradicciones o inexactitudes conocidas en cuanto a los hechos. Louis Gottschalk es profesor de historia en la universidad de Chicago, él bosqueja su método histórico en una guía usada por muchos para la investigación histórica. Gottschalk señala que la capacidad del escritor o de los testigos para contar la verdad es útil para los historiadores en su esfuerzo por determinar la credibilidad, << aunque se encuentre en un documento obtenido por medio de la fuerza, o del fraude, o que sea censurable en algún otro sentido, base sus evidencias en rumores o provenga de un testigo interesado.>>

Está capacidad para decir la verdad está estrechamente relacionada con la proximidad del testigo, tanto de manera geográfica como cronológica a los acontecimientos registrados. Las narraciones en el Nuevo Testamento de la vida y la enseñanza de Jesús las escribieron hombres que, o bien fueron testigos presenciales, o que se relacionaron con esos testigos de los verdaderos acontecimientos o las enseñanzas de Cristo. Por ende, nuestro concepto clave para la prueba interna es el testimonio de fuentes de primera mano o de testigos oculares. En cualquier circunstancia en disputa, en la que no se logra llegar a un común acuerdo de lo sucedido, y particularmente en temas legales, el testimonio de los testigos oculares es poderoso. Uno de los momentos más dramáticos en un juicio oral es cuando un testigo describe en detalle el delito que vio, y luego señala con confianza al acusado como su perpetrador. Muchos casos dudosos se han resuelto con el testimonio de un testigo ocular, como fue el caso de las “Poquianchis” (Caso famoso en la ciudad de Jalisco, México entre los años de 1945-1964). Las hermanas González Valenzuela – Delfina, María de Jesús, Carmen y María Luisa, eran emprendedoras ambiciosas. Además, tenían otra cualidad triunfadora: Una absoluta falta de escrúpulos. Establecieron una cantina en El salto, Jalisco en la que Delfina; la líder del clan, notó que las muchachas encargadas de llevar los tragos hacían un buen dinero por su cuenta, al prostituirse con los clientes. Así que decidió mudarse junto con sus hermanas a Lagos de Moreno donde gracias a sus buenas relaciones con las autoridades pudieron establecer una casa de citas llamada “Guadalajara de noche”. Comenzaron a reclutar adolescentes de los pueblos cercanos con la promesa de un empleo como trabajadoras domésticas en la ciudad de Guadalajara, pero en lugar de eso las llevaban a prostituirse en su local bajo condiciones infames. Luego de tener problemas con la ley y un enfrentamiento en el que el hijo de Delfina, Ramón Torres fue acribillado, huyeron a Guanajuato a continuar con el negocio. Las Poquianchis, cómo pasaron a la historia, lograron tener dos prósperas casas de vicio. En ellos mantenían el control por medio de una férrea disciplina que incluía: brutales castigos físicos; abortos clandestinos a las que resultaron embarazadas; y ejecuciones a las jóvenes más rebeldes; que iban desde dejarlas morir de hambre, hasta despeñarlas. En la última etapa, la locura de las González Valenzuela llegó al grado de asesinar a las prostitutas que por su edad ya no resultaban atractivas a los clientes, para luego matarlas y enterrarlas en uno de los terrenos de su propiedad. Una de las prisioneras de nombre Catalina Ortega logró escapar y hacer la denuncia de los horrores que había vivido. De este modo, gracias al testimonio de Catalina Ortega, las Poquianchis fueron detenidas y condenadas a 40 años de prisión.

Si el testimonio de una testigo ocular puede ser convincente, y contar los hechos de primera mano ya que ha tenido amplia oportunidad para observar un delito, cuando no hay parcialidad o motivos ulteriores, cuando el testigo es veraz y justo, el acto crucial de señalar al acusado en el tribunal, puede ser suficiente para condenar esa persona a la cárcel o algo peor. Pues el testimonio testigo ocular es también crucial en la investigación de asuntos históricos, e incluso si lo que está en debate es, sí Jesucristo es o no el único hijo de Dios. Los documentos antiguos de la Biblia ¿Con qué relatos de testigos oculares contamos?, ¿Contamos con el testimonio de alguien que haya interactuado personalmente con Jesús, que haya escuchado sus enseñanzas, que haya visto sus milagros, que haya sido testigo de su muerte, y quizás hasta se haya encontrado con él después de su supuesta resurrección?, ¿Contamos con el material de periodistas del siglo I que entrevistaron a testigos oculares, hicieron preguntas difíciles, y registraron fielmente lo que determinaron meticulosamente ser cierto? Y si existen todos estos testigos oculares. ¿Es posible que estos relatos soporten el escrutinio de los escépticos? Comencemos con los testigos oculares que SI TENEMOS sobre la vida y el ministerio de Jesucristo.

Lucas 1:1-3 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí,  después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen,  escribírtelas por orden,  oh excelentísimo Teófilo,

2ª Pedro 1:16 Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas,  sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.

1ª Juan 1:1-3 Lo que era desde el principio,  lo que hemos oído,  lo que hemos visto con nuestros ojos,  lo que hemos contemplado,  y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

Hechos 2:22 Varones israelitas, oíd estas palabras:  Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis;

Juan 19:35 Y el que lo vio da testimonio,  y su testimonio es verdadero;  y él sabe que dice verdad,  para que vosotros también creáis.

Lucas 3:1 En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César,  siendo gobernador de Judea Poncio Pilato,  y Herodes tetrarca de Galilea,  y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite,  y Lisanias tetrarca de Abilinia,

Hechos 26:24-26 Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo:  Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco. Mas él dijo:  No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza.  Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón.

F.F. Bruce profesor de Rylands de crítica bíblica y de exégesis en la universidad de Manchester, dice, en lo referente “al valor de la fuente primaria de los registros del Nuevo Testamento…. Los primitivos predicadores del evangelio sabían el valor del testimonio de primera mano, y apelaron a él una y otra vez. Somos testigos de estas cosas, fue su constante y confiada declaración. Y de ningún modo puede haber sido tan fácil como algunos escritores parecen pensar, el inventar palabras y hechos de Jesús en aquellos tempranos años, cuando había alrededor tantos de sus discípulos, los que podían recordar lo que había y lo que no había sucedido.

[Permítanme interrumpir al Dr. Bruce por un momento, ya que esto es clave. Si existen muchos testigos y a alguien se le ocurre inventar una historia, o modificar la historia cambiando dato, de inmediato, muchos gritarían, ¡las cosas no fueron así!, algo similar a lo que sucede en la actualidad en redes sociales, cuando una noticia relevante de día es cambiada por medios de comunicación y los cibernautas se dan cuenta, de inmediato declaración la falsedad o torcedura de la noticia. A eso ser refiere le Dr. Bruce, la historia se contó en los días en que los testigos oculares vivían.] Continúo con la cita

Ciertamente la evidencia es que los cristianos primitivos tenían cuidado de hacer distinción entre los dichos de Jesús y sus propias declaraciones o juicios (de ellos). Pablo, por ejemplo, al discutir los molestos temas del matrimonio y del divorcio en primera de Corintios 7 tiene cuidado de hacer esta distinción entre su propio consejo sobre el tema y la reglamentación decisiva del Señor, no yo sino el señor y luego yo digo no el Señor. Y otro dato sorprendente para considerar lo valioso del testimonio es que no era únicamente con testigos presenciales amistosos con los que contaban los primitivos predicadores, había otros menos dispuestos que también estaban en conocimiento de los principales hechos del ministerio y muerte de Jesús. Y a ellos también apelaron en su testimonio, esto es delicado, ya que los discípulos no podían permitirse arriesgar imprecisiones al testificar, no podían decir nada mal intencionado para manipular los hechos, ya que sería puesto al descubierto de inmediato por parte de aquellos que los avergonzarían con verdadero placer. Pero ellos encontraron una ventaja en sus adversarios, uno de los puntos fuertes de la predicación apostólica original era la confiada apelación al conocimiento de los oyentes (aun siendo adversarios), los apóstoles no solamente decían nosotros somos testigos de estas cosas, sino también decían como vosotros mismos sabéis Hechos 2:22. Si hubiese habido tendencia apartarse de los hechos en cualquier forma la posible, la presencia de testigos hostiles en el auditorio habría servido como eficaz correctivo. Pero siendo que todo su testimonio era verdad, no solamente dijeron: Escuchen, nosotros vimos esto o escuchamos aquello, sino que supusieron frente a sus más adversos críticos, y dijeron ustedes también saben al respecto de estas cosas, ustedes las vieron y tienen un conocimiento personal de ellas. Uno haría bien en tener cuidado cuando les dice a sus oponentes ustedes también conocen esto, pues si no es exacto en los detalles le van a coger a uno por el cuello,

Los escritores del Nuevo testamento escribieron en calidad de testigos oculares de los eventos que describieron o bien tomaron de primera mano los relatos de testigos oculares. Y algo más, los apóstoles conocían ciertamente la diferencia entre el mito, la leyenda y la realidad. El Dr. Josh McDowell da un testimonio sobre un confrontamiento que tuvo con un profesor de historia de una universidad, él dice: “Una ocasión un profesor de una clase de literatura mundial en la que yo me hallaba hablando me hizo una pregunta, ¿Qué piensas de la mitología griega? Le respondí con otra pregunta ¿A usted le parece que los eventos que rodean la vida de Jesús tales como la resurrección, el nacimiento virginal, etc. fueron simplemente mitos?, Él dijo: sí. Le expliqué que hay una enorme diferencia entre estas cosas aplicadas a Cristo y las mismas aplicadas en la mitología griega, asunto que por lo general se pasa por alto. Los eventos similares tales como la resurrección, etc. de la mitología griega no se aplicaron a individuos reales de carne y hueso, sino varios personajes mitológicos. Pero lo que se refiere el cristianismo, estos eventos son aplicados a una persona, la cual los escritores conocieron en la historia dimensional del tiempo y espacio, es decir al histórico Jesús de Nazaret, a quién ellos conocieron personalmente. A lo que el profesor respondió: Nunca lo había pensado.” Si los apóstoles fueran simples primitivos de la era del paleolítico que hicieran pictogramas en cavernas o creyeran en el dios Moloc sacrificando niños y sajándose la piel cubiertos con taparrabos, quizás ellos no diferenciarían entre un mito y la realidad, pero ellos estaban perfectamente consientes de tal diferencia.

Para ir cerrando, recurrimos nuevamente a casos de la vida real cotidiana. Cuándo se trata de crear una historia contada por alguien, sí dicha historia contiene elementos difíciles de creer, cómo sería una historia en la que aparecen extraterrestres, fantasmas, o un milagro sobrenatural o un fenómeno que rompe las leyes de la naturaleza, a todos nos costaría creer, pero ¿Qué hacer cuando dicho evento ocurre ante más de una persona, y el narrador (Se llama Rodrigo) nos dice Mi versión puede ser confirmada por Rafael y Edgar quiénes estuvieron presentes y vieron lo que yo vi, definitivamente, el testimonio de Rafael y Edgar son suficientes para darle mayor peso de evidencia la historia. Compliquemos más esto, que piensa usted sí Edgar aborrece a Rodrigo porque ambos han tenido problemas, Edgar estaría encantado de avergonzar a Rodrigo en la primera oportunidad que tuviera, y si la historia de Rodrigo es fantasiosa a Edgar le encantaría avergonzarlo. Sin embargo, Rodrigo está poniendo a Edgar como testigo porque hay un hecho real que Edgar no puede negar, él vio lo mismo que Rodrigo, así que el testimonio de Edgar es todavía más significativo que el de Rafael, aunque también cuenta.

Las historias contadas en el Nuevo Testamento están llenas eventos sobrenaturales, milagrosos, increíbles, sorprendentes, difíciles de creer, pero cada uno de estos eventos puede ser corroborado por el testimonio de testigos oculares, tanto de los que amaban y seguían a Jesús como de testimonios de quienes lo aborrecían y pidieron a gritos su muerte. Por lo tanto, el contenido del Nuevo Testamento como un documento histórico ha pasado la segunda prueba de la historicidad, que es la prueba de la evidencia interna. Por tanto, nuestra confianza en el Nuevo Testamento continúa creciendo. En el siguiente artículo estaremos estudiando la tercera y última evidencia.

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