La apología cristiana agradece al filósofo y al teólogo William Paley por su excelente analogía sobre el reloj perdido en un bosque, esta analogía nos lleva la lógica de “si existe una creación es porque existe un Creador” y la encontramos en su obra Teología Natural de 1802. Su servidor está haciendo también esta ilustración.

Usted decide el día de campo con su familia, y mientras que los niños juegan y su esposa preparan los sándwiches para la comida, usted deciden internamente en el bosque, mientras más adelante la soledad penetra más, al ver el lugar concluye que es casi imposible En este sentido, no hay nada mejor, ni mucho menos, ni mucho menos, ni mucho menos, ni mucho menos.

¿Qué le dice la presencia de ese reloj? ¿Qué es una combinación de factores aleatorios, como el viento, la humedad, la corrosión y la lluvia? Fueron formados en el largo de los años pequeños trozos de metal y fueron empujados por el viento y los remolinos todos se juntaron hasta que de una manera sorprendente se ensambló un ¿Con qué reloj? ¿Formateblemente encajó a la perfección con otro engrane menor? Y no solo se formó sino que es la forma de dar la hora con la precisión. ¿Todo esto es lo que pensaría? O … ¿Pensaría que se cayó a alguien?

¿Por qué pensaría que se cayó a una persona? Porque su inteligencia le dice que un objeto como un reloj es un artefacto que es funcional, complejo y preciso y que estas características no aparecen en este momento ni en el azar sino que solo pueden proceder de una mente inteligente.

La precisión y el mecanismo denotan un propósito, un plan que estuvo en la mente de un ser inteligente que entendemos en un artefacto que diera la hora y la idea de esta idea se dispuso a crearlo. Esta es una de las mejores palabras del apóstol Pablo en el libro de los Romanos capítulo 1: 19-20 que dice:

Porque lo que de Dios se conoce como lo manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se ven claramente visibles desde la creación del mundo, se entiende por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.

Cuando observamos la creación de Dios, la naturaleza, desde sus expresiones más diminutivas como una célula hasta el inmenso macrocosmos, podemos ver en ella que existen: Precisión y finalidad, un proceso y un plan. A partir de esta observación inferimos lógicamente que debe de existir una inteligencia que la creó para sus propósitos. Ya que la alternativa sería creer que el azar tiene Precisión y finalidad, cuando no tenemos pruebas para tal creencia.

El nombre formal de este argumento del diseño es “El argumento teleológico” de donde la palabra griega TELOS significa “propósito” o “fin”, propósito y fin de las cosas que existen, eso es lo que estudia la teleología. Y para aquellos que a pesar del gran sentido común que hay en este argumento, lo menosprecian o no le dan la importancia debida, deberían saber que la cultura más culta que ha existido, los griegos, ellos ya usaban este argumento en otra modalidad, Aristóteles y Platón llegaron a la conclusión de que tenía que existir un Creador al observar las estrellas. Y en el siglo XIII Tomás de Aquino, teólogo considerado uno de los gigantes intelectuales de la filosofía (Aun por los no cristianos) usó también este argumento para escribir 5 vías para demostrar la existencia de Dios. Pero quien realmente lo popularizó fue William Paley.

Este argumento ha sido rebautizado con el nombre de “Diseño inteligente” y tiene varias vertientes, según el apologista que lo esgrime puede presentarlo utilizando el orden, la información, el propósito, la complejidad, la sencillez, el sentido y hasta la estética.

Cada una de estas características puede llevarse a un análisis tan profundo con ayuda de la ciencia, para que al final nos preguntemos ¿Cómo es posible que exista y funcione toda la naturaleza de esta manera?, ¿Sería más inteligente de mi parte creer que el azar en combinación con el tiempo formaron cada una de estas cosas o que hay una mente inteligente atrás de ellas? Tomemos de estas características una para analizarla, tomemos lo que yo consideraría la más sencilla de todas, LA ESTÉTICA.

Si nos paráramos frente a las cataratas del Niagara a una altura donde podamos apreciar la caída del agua, los bosques que le rodean, en un día de lluvia donde el arco iris atraviesa el cielo en un ocaso, un paisaje que nos robaría el aliento, y que pintores se esfuerzan por plasmar en el lienzo pero que ni siquiera sería igualado por Leonardo Da Vince.

¿Pensaríamos inteligentemente si dijéramos que una explosión no controlada a lo largo del tiempo nos dejó tal paisaje a la humanidad para disfrutarlo?, ¿Qué ese paisaje no tiene ningún propósito?, y ¿Creemos que a cualquier pintor le puede pasar lo mismo?, ¿Lo explicaríamos diciendo que: Si a un pintor accidentalmente se le caen 3 o 4 botes de pintura en el suelo al mezclarse la puntura puede formarse un paisaje tan bello y comparable como el que vemos y que incluso del suelo podría ir directo a la galería? Creo que sería raro encontrar alguien que crea eso.

Pero no es raro hoy en día encontrar personas con un nivel de “inteligencia” promedio hacia arriba diciendo que los paisajes naturales que encontramos en todo el mundo, las sabanas, los bosques, las selvas, mares, profundidad de los océanos, en donde encontramos tanta belleza, y estos paisajes que fotógrafos y pintores codician, y enmarcan solamente para ser contemplados, tales paisajes aparecieron accidentalmente por una explosión que empujó todos los elementos que los forman hasta combinarlos como los vemos en la actualidad.

Así que al voltear a ver la naturaleza, juzgue usted mismo ¿De dónde proceden todas estas cosas? ¿Del azar y el tiempo combinados o de una mente inteligente que las diseñó?


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